Los metales se extraen de dos formas de la corteza terrestre: la minería a cielo abierto y la minería subterránea, donde la minería a cielo abierto es usada cuando los depósitos están a 100 o 133 metros de la superficie de la tierra y por lo general siempre se utiliza la minería a cielo abierto ya que es más rentable.
La minería a cielo abierto puede ser más rentable pero puede ser más contaminante, consecuencias de la minería a cielo abierto:
Por cada gramo de oro producido, queda una tonelada de tierra con cianuro, arsénico, ácido sulfúrico, plomo y otros metales pesados, que por siglos contaminará el aire y los mantos de agua.
Donde antes había ecosistemas complejos quedan cráteres enormes donde la flora y fauna no se regeneran.
La economía local, lejos de mejorar, es afectada. Se pierden tierras para cultivo y la presencia de minas ahuyenta al turismo.
Se consumen enormes cantidades de agua: la Minera San Xavier, en San Luis Potosí, zona desértica, utiliza 32 millones de litros al día. Aunque a veces se recicla una parte, no hay ninguna garantía de que esa agua sea segura.
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